Jueces Históricos

Marco Aurelio Risolía

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Juez de la Corte entre 1966 y 1973, Marco Aurelio Risolía nació en la localidad bonaerense de Exaltación de la Cruz el 20 de noviembre de 1911. Estudió abogacía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se recibió en 1935 con medalla de oro y completó el doctorado diez años después: su tesis, titulada Soberanía y crisis del contrato en nuestra legislación civil, cosechó elogios por su originalidad y rigor investigativo.

Entre el ejercicio profesional y la actividad docente, Risolía hilvanó una trayectoria destacada que lo llevó a ocupar cargos directivos en entidades como el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Especializado en la rama civil, dio clases en la Universidad Nacional de La Plata y en la UBA, donde llegaría a ser profesor titular, emérito, consejero y decano. Sus alumnos contaban que era capaz de recitar de memoria el articulado completo del Código Civil.

Autor de numerosas publicaciones, ensayos y artículos de doctrina, entre sus obras sobresalen El espíritu de la legislación civil y su reforma (1940), Soberanía y crisis del contrato (1946), Prédica universitaria (1974), Meditaciones y advertencias para los jóvenes de mi país (1983) y La actualidad de Alberdi (1987).

También escribió La depreciación monetaria y el régimen de las obligaciones contractuales, La protección jurídica de la intimidad y La naturaleza del derecho del locatario y los efectos de la enajenación o gravamen de la cosa locada.

Más allá de un fugaz paso por la Procuración del Tesoro en 1957, no había ocupado cargos públicos ni ejercido la magistratura cuando el presidente de facto Juan Carlos Onganía lo designó, por medio del Decreto 42 del 4 de julio de 1966, para integrar el Máximo Tribunal, luego de que el gobierno destituyera a los anteriores miembros y redujera a cinco su composición.

De ideología conservadora, compartió la Corte en distintos momentos con Guillermo Antonio Borda, Margarita Argúas, Luis Carlos Cabral, Roberto Eduardo Chute, José Federico Bidau y Eduardo Ortiz Basualdo. Presentó su renuncia, en sintonía con el resto de sus colegas, poco antes de la asunción de las nuevas autoridades constitucionales. La misma fue aceptada el 24 de mayo de 1973, un día antes del cambio de mando.

Galardonado con el premio Konex en 1986 –año en que lo nombraron presidente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires–, obtuvo el Laurel de Plata del Rotary Club y fue condecorado en Francia e Italia. Integró, además, el Instituto Sanmartiniano desde 1987.

Falleció en Buenos Aires el 8 de julio de 1994. Lo sobrevivieron su mujer, Matilde, y sus seis hijos. En su último adiós, Jorge Aja Espil, entonces presidente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas –a la que Risolía se había incorporado una década antes–, lo definió como un “académico ilustre y devoto amigo, generoso y caballeresco”. Al disertar en su acto de ingreso a dicha institución, en 1984, Risolía había analizado la vinculación entre los conceptos de culpa y responsabilidad con la moral y el derecho. Sobre el cierre de esa exposición, bregó por “que no se apague en el hombre el sentimiento de culpa, voz que clama en la conciencia para recordarle la ley moral y jurídica y para instarle, si cuadra, al arrepentimiento y a la reparación del daño inferido”.